La solidaridad es el valor
sobre el cual se fundamentan las actitudes de conciencia y compromiso social. Este
valor consiste en el reconocimiento de que la acción colectiva es la única vía
para forjar un orden más justo de convivencia. Quien es solidario se da cuenta
de que los esfuerzos individuales no son suficientes para lograr el bienestar,
por lo cual busca la fraternidad con sus semejantes.
Así, la solidaridad se
manifiesta en la capacidad de sumar esfuerzos, ideas y trabajo para resolver
problemas o promover la mejora de la sociedad.
Según el sociólogo Emili
Durkheim, la solidaridad social es sinónimo de cohesión y concordia entre las
personas. Con ella es posible superar el individualismo, que es la tendencia a
pensar y obrar según el interés propio, con independencia de los demás.
Las personas que son
solidarias manifiestan las siguientes características:
·
Hacen propias las causas ajenas.
·
Se conmueven con el dolor del prójimo
·
Unen esfuerzos para superar las dificultades
de los demás.
·
Ofrecen su apoyo preferente a quienes sufren
la injusticia o el abuso.
Asistencialismo
Existen diversas maneras de
ser solidarios. Una de ellas, muy popular pero poco adecuada, es el
asistencialismo. Esta práctica, que consiste en dar algo a quien lo necesita
porque es incapaz de obtenerlo por sí mismos, es recomendable para grupos muy
vulnerables como los discapacitados, los enfermos o los niños.
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