EMOCIONES Y
ESTADOS DE ÁNIMO
Existe
una distinción, a veces muy sutil, entre emoción y Estado de Ánimo, para Consideramos
la Emoción como un estado puntual, reactivo y causado por un acontecimiento que
normalmente precede inmediatamente en el tiempo. Cada vez que experimentamos
una interrupción (quiebre) en el fluir de la vida, se producen emociones.
Un
quiebre siempre implica un cambio en nuestro espacio de posibilidades. Lo que
antes creíamos posible, puede no serlo ahora. Cada vez que juzgamos que nuestro
espacio de posibilidades ha cambiado, sea positiva o negativamente, estamos
enfrentando un quiebre y lo asociamos a una emoción.
Por el
contrario, el estado de ánimo es una emocionalidad que no remite necesariamente
a causas específicas y que, normalmente, no podemos relacionar con
acontecimientos determinados. Los estados de ánimo viven en el trasfondo desde
el cual actuamos. Estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos, siempre
estamos en un determinado estado de ánimo, que comúnmente no elegimos ni
controlamos. Una vez en él, nos comportamos dentro de unos parámetros
específicos. Por eso decimos que los estados de ánimo y las emociones
condicionan nuestro actuar. Por este motivo, solemos decir que los estados de
ánimo nos tienen a nosotros, nos convertimos en nuestros estados de ánimo.
Las diferentes
épocas del año, los días de la semana, diversos momentos de nuestras vidas, la
situación atmosférica... Todas estas circunstancias y muchas otras, tienen la
capacidad de teñir nuestro estado de ánimo personal y condicionarlo. Factores
como el tiempo, la edad, el lugar en el que nos encontramos, el momento del
día... intervienen y modifican nuestro estado de ánimo.
EL RESENTIMIENTO COMO ESTADO DE ÁNIMO
El resentimiento
es un estado de ánimo que tiene una conversación subyacente en la cual
interpretamos que hemos sido víctimas de una acción injusta y en la que alguien
aparece como culpable por lo que nos sucede (una persona, un grupo de personas,
toda una categoría de individuos, o incluso la vida misma o el mundo entero).
El resentimiento
no para aquí. La persona resentida hace además una declaración: aquel que
cometió la injusticia, pagará por ello. Aparece así el deseo de venganza como
subproducto habitual del resentimiento.
El estado de
ánimo del resentimiento se asemeja mucho al de la ira. La principal diferencia
reside en que la ira se manifiesta abiertamente y el resentimiento permanece
escondido. Permanece como una conversación privada. Crece en el silencio y rara
vez se manifiesta directamente o lo hace ante personas no adecuadas (decimos no
adecuadas porque aparece como queja ante terceras personas que no pueden hacer
nada efectivo para aliviar el estado de ánimo resentido. Por el contrario, la
queja ante terceras personas suele alimentar el estado de ánimo de
resentimiento y hacerlo crecer).
Normalmente encontraremos una promesa y unas expectativas
consideradas legítimas que, en ambos casos, no son cumplidas. Pero además, es
necesario que exista una situación que obstruya o impida manifestar nuestra ira
o hacer una reclamación.
El resentimiento
surge de la impotencia y a menudo la reproduce. Una razón para esconder la ira
y dejar que se desarrolle el resentimiento es cuando nos encontramos en una
situación precaria de poder. Tenemos miedo de hacer nuestra reclamación y por
eso la mantenemos oculta. Por eso, en las situaciones de liderazgo en las
empresas, pueden surgir muchos casos de resentimiento por parte de los
hhe hola
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